CAMBIAR

Pues si, me estoy divorciando por segunda vez. No pude más, se lo dije hasta el cansancio:
-Mira güero, cambia. Lo que tienes es patológico y yo a esta edad no voy a andar con esas cosas.


Siempre he gozado de atender bien a un hombre, siempre que llegaba del trabajo el güero, lo recibía con su cubita. Luego cenábamos juntos y en general la pasábamos bien. Los viernes salíamos a cenar y a bailar.

Pero llegó el día que me colmó, ¡oye mi niña! ¿puedes imaginarte que me tenía que sentar viendo hacia la pared?

Al principio no capté lo que pasaba; una noche que salimos a cenar se levanta todo encabronado y me ordena que nos vayamos de inmediato, porque el tipo de a lado me miraba demasiado. Y yo, la muy pendeja sin reaccionar ni saber que hacer, le seguí y salimos del lugar.

Y fue una y fue dos y dije hasta aquí.
- ¡Levántate y vámonos de aquí, que ese cabrón te está viendo!.
Casi escuche el “clic” del botón que me encendió, llamó al mesero y cuando mi güero iba a pedir la cuenta pedí un wisky doble –nos vamos madres, ahora te sientas tú aquí y soy yo quien domina la escena. Nos iremos hasta que yo diga y llegando a casa recoges todo y te me vas.
- Ay que mala eres, no te pongas así mira que yo te quiero mucho.
- Si soy mala, muy mala... Requetemala y así me va mejor.
Estoy a una firma de terminar el tramite y en dos semanas me voy de vacaciones a Puerto Vallarta.

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