Féliz Navidad



Y ahí estaba con los pies adoloridos, la cabeza harta de gente y un malhumorado JL a lado esperando en los andenes de una estación del metro. Ambos con bolsas en mano lamentando el tumulto propio de los días previos a la navidad.
Yo había comprado ya mis regalos para la tan ansiada noche navideña, pero entre pendientitos y los regalos de JL, se nos habían ido dos días completos de inhalación profunda de espíritu navideño en el centro.
La tensión subía, entre pleititos y pleitotes de cómo pasar la cena del 24, mis hijos llegaban justo un día antes y sus familiares después de varios atrasos llegaban al final, igual. Parte, o mas bien dicho, mucho de los problemas era la tensa relación de JL con la madre de sus hijos, que al parecer su único motivo de existir es ver a quien le enchincha el día, y si, presenta un cierto gusto porque JL sea su pushing bag.
En fin, llegó su familia y por la tarde noche llegaron mis hijos. Y si antes las cosas ya eran tensas ,esto vino a generar un circo de tres pistas; en una exmujer  dando mil pataletas que cinco años atrás no dió, en otra yo con mi escoba a barre y barre lo que mis hijos iban tirando, en la que hasta hace unos días había sido oasis de paz y al último mi hijo más pequeño, mi lindo Nicolás, demandando atención que a cualquiera hubiera dejado exhausto.
Mañana del 24 JL, por fin logra tener permiso de ver a su hijo y entregarle su regalo navideño, pero antes tuvo que ir por princesa a una hora de distancia y acercarla a casa de su ex, porque princesa no puede manejarse en metro ni nada por el estilo. Yo me lanzo a ver Avatar 3D con mis niños, ellos se divierten de su madre que hacía tiempo no brincaba tantas veces en su asiento. JL con un griponon de aquellos logra llegar a la Cena navideña en tiempo y forma (diría SHCP); el martirio de “¿ya podemos abrir los regalos?” con duración de dos horas, por fin llegó a su fin a las diez de la noche y de ahí en adelante pudimos recordar la estrofita esta de : noche de paz.
Mi adorado Nicolás, pegadísimo a mí de día y de noche, completa castidad obligada. Creo que mi madre debió haber tenido primero nietos antes que hijas, hubiera tenido guardianes de colas infalibles. Se me han ido las noches en ir de la cama de Nicolás a la de JL, y los días ahí sigo con mi escoba barre y barre. desayuno, limpia. comida, limpia. cena, limpia.
Fin de año, gran idea de JL, fuegos artificiales. Mis hijos con ojos tamaño plato alucinados de violar la ley, Nicolás esconde los ovnis y misiles en su chamarra temeroso que la poli lo detenga; JL le explica que las iglesias pueden prender cuetes porque tienen el permiso de Dios. Llegamos a las doce campanadas y horror, Nicolás boicoteo la tradición comiéndose casi todas las uvas, al final JL rescata la noche enseñando a mis hijos a prender los fuegos artificiales, ovnis por aquí y por allá cayendo casi sobre nuestras cabezas; cierro el acto con mi escoba a barre y barre, recordando las luces bañándonos de sorpresa y risas compartidas.
Para mí, han sido días inolvidables. Son difíciles estos tiempos modernos con estas nuevas formas de familias mixtas. Pertenezco a una nueva generación y mis hijos ven con apertura a JL, lamentablemente el hijo menor de JL no pudo gozar de esto. Creo que algo básico en los divorcios es no olvidar que se será padre y madre por siempre. No tiene caso usar a nuestros hijos  como rehenes o carne de cañón, mucho menos envenenarles el espíritu hablando mal de cualquiera de sus padres.
Me quedo con el agradecimiento de Nicolás a JL: -si, nos cayó bien mamá, nos enseñó a prender cuetes.

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