LA BURRA no era arisca



¿A cuántas nos ha pasado que de pronto hay algún tipo en el trabajo que nos toca y no sabemos cómo reaccionar?

Hace algunos años, en mi trabajo me asignaron generar propuestas para productos nuevos, el giro era de uniformes, y para sorpresa de muchos, los uniformes en áreas médicas y en el giro de chefs requieren de propuestas nuevas. Yo estaba feliz, el diseño de modas ha sido una de mis grandes pasiones, desde niña me divertía confeccionando vestidos a mis barbies.
La primera parte del proyecto fue entrevistar candidatas para muestristas; la chica que se quedó en el puesto era una persona realmente buena, con muchísimas capacidades. Muy pronto hicimos migas y hasta el día de hoy Almita es mi Almita.
Al tiempo de trabajar juntas, mi jefe solicitó que integrará al equipo a uno de los trabajadores que había estado con él desde el principio. Si bien esta persona de forma autodidacta había hecho bastante en el área de patronaje, al empezar con nuevas tendencias, era difícil hacerlo ver que los talles habían bajado, que las piernas de los pantalones obedecían a otro tipo de cortes; en pocas palabras, se negaba de lleno a los cambios.
Como sea, empecé a trabajar con él. Un día, al mediodía, estando sola en mi oficina, porque todos estaban comiendo, se acercó a mí y me acarició el brazo varias veces. Yo no sabía qué decirle, no deseaba ser prepotente, pero tampoco entendía cómo se atrevía a algo así, además caer en cuenta que el titulito de director de mercadotecnía, no me protegía de nada. No fui capaz de decirle nada, lo único que acerté a hacer fue retirarme y después hablar con mi jefe sobre el incidente.
Mi jefe puso cara de sorpresa y prometió hablar con él. Cuando le conté a Almita, ella me dijo que en toda la fábrica era muy conocida la actitud de este hombre, desde acercarse a abrazar por la espalda a la intendente mientras lavaba los trastes, hasta sobar a las costureras.
Es triste aceptarlo, pero como mujer es difícil marcar limites, sobre todo en el ambiente laboral. Una no trabaja sólo por realización personal, trabaja porque necesita de ese ingreso y lo último que deseas es tener problemas. Sigo preguntándome qué puede un hombre encontrar de excitante en una actitud tan abusiva. Digo, no se puede considerar galán un idiota que para gozar un poco de su sexualidad debe forzar a la otra parte.
Lamentaré no haberle dicho en su momento: “no me vuelvas a poner un dedo encima”. Pero me quedo con el gusto que después de ese incidente, Almita y yo nos esforzamos en sacar modelos que en su momento gustaron bastante. Y el pobre patán no tuvo más que seguir mis órdenes, que sí, reconozco, muchas veces fueron excesivas… ja, ja, ja pobre tarada, el rencor es la venganza del cobarde, y creo que si.
Don patán sigue donde mismo, nunca subió de puesto. Almita con el tiempo fue tomando más control y más poder; por ella sé que todas siguen siendo sobadas y esperando la próxima jubilación del abusivo.
¿Por qué se sigue cerrando los ojos al acoso sexual que aún existe? ¿Es que una debe empezar a romper huevos a rodillazo limpio para que se eduquen?
Una cosa es real, como mujer te enseñas a mover el ábanico ... A todos diles que si, pero no les digas cuando...

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