Como la pinten la brinco y al son que me toquen bailo



Darte cuenta que tu relación actual llegó al final no es cosa fácil; primero, porque tardamos bastante tiempo en aceptarlo; después... por lo mismo.

Pasamos días y noches con el sinsabor de que “las cosas ya no son como eran antes”; al principio tratamos de culpar a la media naranja en turno, reprochándole de que ya no nos trata igual. Después, muy a nuestro pesar, llegamos al punto donde nos encontramos frente al espejo y chocamos con la meritita true de que no es el otro quien hace o deja de hacer, sino que somos nosotros los que dejamos de sentirnos encantados por esa persona.

Tal vez una vez que aceptemos esto nos anclemos unos diitas más, que pueden llegar a meses, tratando de encontrar en todos los rincones de la casa dónde botamos ese gran amor que sentimos un día. Y es que no hablo de las relaciones que en un enojo terminan, porque el enojo y la víscera nos llevan a actuar sin pensar y darle en la madre al condenadote que hace unos segundos era el centro de nuestro mundo.

No, hablo del desgaste que como la humedad va acabando con el fulgor. Lo que un día era tremendamente atractivo ahora se torna X, o peor aún, no entiendes dónde tenías la cabeza para no sólo haberte enamorado sino hasta haber hecho una vida juntos.

Pero lo más más más difícil es decidirte con fecha y hora a hablar con quien fue el amor de tus amores, decirle face to face que todo terminó. A todos nos da pánico escénico hacerlo, no porque no estemos consientes de la situación, sino porque a nadie le gusta hacerla de villano. Muchos aprovechan cualquier disgusto para soltar las palabras que sentencian el final, mas no por ello el papelito del malo del cuento es menor.

Pero lo heavy comienza cuando una vez soltada la sentencia, con temblores, subidas y bajadas de rubor y demás monerías que nos acompañan, tu ex amorcito insiste en salvar las cosas. Ahora si ¡qué comience la función!; ambos serán protagonistas de las situaciones más inverosímiles. Sí, porque si muy remotamente dudabas sobre un posible futuro, el simple hecho de que tu otrora amante te busque te llevará a sacar tu vena sádica en su máxima expresión. Harás cosas que después aceptarás como patanerías de tu parte… Y lo peor: vivirás con la perplejidad de enterarte cuán ruin puedes ser.

Es difícil para ambas partes asumir el final. Por lo general uno de los dos aún ama, pero por experiencia propia, jugando en las dos canchas, siempre se agradece la sinceridad. Para quienes son los malos de la película recomiendo hablar claro sobre el final, y una vez que la vieja gorda del show cantó el final, por un tiempo no tomar llamadas para explicar mil veces por qué se terminó; entre más rápido tu ex media naranja empiece a conceptualizar su nueva forma de vida, mejor será para ella.

Para quienes somos los desafortunados en el amor es doloroso vivirlo, pero mejor que nos hablen claro a dedicar esfuerzos y emociones a alguien que ya no le emocionan. Los primeros días será una vorágine de pensamientos y recuerdos; por un tiempo haz el esfuerzo de no buscar al causante de tus desvelos y lloriqueos. Aunque no lo puedas ver en este momento, hay una vida esperando por ti. Una buena borrachera, al estilo Jalisco, donde con buenos amigos hables y llores todo lo que necesitas. Y al día siguiente… nada de andar como Juan sin penas, porque hasta tu mejor amigo terminará harto de escuchar tus mil ideas sobre por qué el susodicho se fue. Y sobre todo no alargues el sufrimiento, nada de lo que te diga te hará sentir mejor y después lamentarás tu etapa rogona. ¿Un mal consuelo? Tal vez el otro se muera de dudas de por qué no lo buscas.

Y vuelvo a lo de la experiencia personal. Una vez que terminé una relación y me lo aceptaron a la primera sin chistar y sin intentos de retorno me mataban las ansias de pensar que tal vez el otro se había desencantado antes que yo y muy gachamente me había dejado cargar con la culpa de la villana que terminaba el cuento de hadas. Y como para aprender soy rápida, la siguiente vez que a mí me terminaron, apliqué la misma… al final me buscaron, y hora sí, sin culpas fui la malota. ¡Ah, cómo me divierto cuando mimisma se pone perversa!

Bueno, regresando al discurso maduro, un buen final por doloroso que sea puede con el tiempo dar inicio a una gran amistad si existe la madurez necesaria, porque también acepto que eso de los roles a la Libertad Lamarque se nos da a todos y re bien e inclusive somos adictos a ellos.

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