En tierra de ciegos el tuerto es el rey

Por Karini Apodaca

Con una luna llena sobre mi cabeza y una hermosa Roma iluminada a mis pies me encontré a mimisma gozando y nadando como pez en el agua en esa mini babilonia que existió en este congreso internacional de aerosolistas.

Hasta este momento todo había sido una carrera imparable, problemas con las reservaciones del vuelo, el angustiado espacio en los asientos de los vuelos internacionales. La maravilla de encontrar en el aeropuerto de Frankfort, y en todos los que existen en Europa, cabinas para fumadores, admirar las ruinas del imperio romano y gozar la vida cotidiana de esa hermosa ciudad.

Hace año y medio como pasatiempo estudié un poco de italiano y en esta ocasión me ayudó bastante para moverme en un lugar donde la mayoría de los habitantes se niega a entender otro idioma que no sea el suyo. Reconozco que me fue más fácil entenderlo que hablarlo, pero lejos de ser un problema, mis intentos generaron empatía en los que orgullosamente portan el gentilicio de romanos.
Mi jefe, que es estadounidense al igual que sus jefes, quienes también terminaron asignándome como intérprete oficial, cosa que disfruté al máximo porque me dio la oportunidad de conocer una ciudad no como turista; conocí Roma en su cotidianidad y me permitió gozar algo más grande que sus bellezas históricas: sus habitantes.

Mi primer intento por tener una conversación más allá del buenos días y gracias fue cuando caminé del museo del Vaticano al Coliseo, vi a un hombre leyendo plácidamente su periódico y, después de pensar bien la pregunta y el acento, me acerqué y en italiano le pregunté para dónde estaba el Coliseo. Ja ja ja, la vida nos juega buenas bromas: el hombre era sordomudo y por señas me indicó el camino.

Terminé siendo amiga de la chica que atendía la tienda del hotel, porque era yo quien hacia las compras de tiempo para celular, también admiré el estilo de buon vivant que protegen a como dé lugar; fue tremendo llegar al mercado y encontrarme con que desde el sábado por la tarde hasta el lunes permanece cerrado. Observé cómo las compras se hacen al día, nadie lo hace en demasía; al salir del trabajo suelen hacer la compra para la cena.

No quiero hacer de este post una guía de turistas, pero sí deseo externar que la mejor forma de conocer un lugar es sumergirse en su vida cotidiana, los monumentos puedes apreciarlos en fotografía, las emociones y pensamientos sólo de persona a persona.

Creo que lo que hace la diferencia entre el primer mundo y nosotros es la tolerancia y el respeto. En el aeropuerto de la Ciudad de México no existe ni una consideración para los que fumamos. En Europa hay una gran cultura de respeto. Sí, yo no atrofio tus pulmones con mi hábito, pero tú me concedes un espacio exclusivo en el cual me estas respetando; jamás ese método facistoide que están tomando los políticos en México será un camino al primer mundo; la solución no es prohibir es tolerar y respetar.

Hay toda una cultura en torno al tabaco que no podemos negar, negarla solo hablaría de nuestra ignorancia. Y si este argumento no es bueno, al día de hoy no conozco una sola persona que haya sido víctima porque un conductor con exceso de nicotina en la sangre decidió manejar.

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