14 de Febrero. La primera firma

POR Karini Apodaca

Fue la mañana de mi cumpleaños número 33, cuándo mi sensación de infelicidad me golpeo más fuerte. Tenía un buen trabajo, dos lindos hijos, perro no, ni voyaguer, pero porque no los quería... y un buen hombre a mi lado; Sin embargo llevaba meses tristeando, tratando de buscar un porque seguir en el sueño de la familia ideal.

Esa mañana el pensamiento corrosivo de ser la mujer que le quitaría su familia a sus hijos, la que a pesar de tenerlo todo no es feliz, la que rompería los rancios esquemas de la familia. La idea de que solo muriendo podría dejar todo atrás sin ser la villana del cuento me llevó a tomar valor para concluir mi matrimonio de diez años.

Es difícil explicarle a alguien que no quieres seguir a su lado, que te sientes fría muerta, que anhelas conocer más cosas en la vida, que quieres vivir con pasión. La imagen de la pareja que ví en un cine a los 14 años me hizo tener la cara para decir y gritar que quería que mi compañero me viese con pasión y yo sentir lo mismo por él.

Encontrar las palabras para explicarle a mis hijos que papá y mamá y no vivirían juntos, si bien fue complicado, fue conmovedor ver como mi hijo mayor se partía en llanto por la familia que ya no tendría, el más pequeño pidiendo cinco minutos antes de entrar a sus clases para preguntar: ¿Porqué está tan enojado tu corazón? Y a pesar de ello, sentía que era lo mejor, no quería darles a mis hijos más gritos y comentarios llenos de frustración entre sus padres.

La primera etapa de una separación siempre es tensa, vienen los reclamos y ese chinga quedito que a todos se nos da muy bien.

Con el tiempo el padre de mis hijos y yo logramos encontrar una forma sana de convivencia y pactado por los dos, tratamos de evitar los comentarios desdeñosos de nosotros delante de ellos. Una cosa es que como pareja no funcioné uno y otra es destruir la imagen paterna o materna a los hijos.

Este 14 de febrero del 2011, he firmado la primera parte de mi divorcio, por angas o mangas era un trámite que se había ido postergando. Y reconozco que el hecho de hacerlo hasta hoy ha sido la razón por la cual en mi historia solo tendré un divorcio legal, de otra forma ya tendría algunitos más.

Quedamos de vernos frente al Teatro Degollado, para de ahí pasar a los juzgados. Comenzamos hablando de las últimas películas que hemos visto, así que entre risa, recomendaciones y criticas ingresamos al pequeño cubículo. Dudo mucho que ésta sea la escena habitual que se ve en los juzgados de lo familiar. En menos que canta un gallo ya estábamos fuera, al unísono él y yo exclamamos: Te invito un café del oxo.

Ambos orgullosos de los hijos que tenemos, reconociendo sus características, recordando anécdotas de nuestra prole, disfrutamos el café. Con un buen sabor de boca nos despedimos y seguimos adelante.

Hoy estoy segura que no erré mi decisión, hace 7 años al decidir separarme, le expresé que era justo que ambos encontráramos a alguien que nos ame por ser quiénes somos y no por lo que un día tal vez seríamos.

El es feliz con su estilo de vida y yo, a pesar de mis arranques de inconformidad, me siento bien de saber que mi decisión con el tiempo a ambos nos dio la oportunidad de ser quienes somos.

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