Y andaba yo denseando

POR Karini Apodaca

Que no se entienda "deseando". He pasado días de densidad completa, plena, entre berrinches y pataletas, odiando al mundo, a la vida, comenzando a creer que mi estado perpetuo sería la amargura.

Y es que ahí estaba yo, a duro y dale con eso de que tener pareja sólo traía compromisos y trabajo, además de no poder moverte a libertad, ni andar yendo y viniendo a placer. En fin, tanto va el cántaro al agua que termina por romperse; o mi favorita, la reata revienta por lo más delgado.

Renté un micro departamento que en un día acondicioné; y es que cuando entro en estados de frenetismo puro ni un tren me para. Y ahí andaba esta servidora suya con un diablito llevando cajas de un lugar a otro, cual burro. Que también entre vuelta y vuelta pensaba, y después resultó ser, una buena forma de matar las horas domingueras. Di por hecho mi triunfo una vez que la mudanza llevó los muebles más pesados.

¿Cuánto me duró el gusto? Unas cuantas horas; el tedio de rumiar mi existencia sola apareció muy rápido, imaginé días intensos que no llegaron. La vida seguía igual, tenía toda la libertad anhelada sólo para darme cuenta que nunca me había faltado.

Cuando se vive en pareja se tiene la mala costumbre de pensar en la otra parte, de renunciar o hacer cosas en honor a la pareja, mismas que pasan de noche para la susodicha media naranja... ¿Por qué? Porque nunca lo ha pedido, fácil; porque es una misma la que hace una serie de acciones, cuales sacrificios frente a un ídolo, sin que nadie nos lo pida.

Mi capacidad nata de auto flagelarme es la que me a limitado, no uno, no el otro, ni nadie más que yo. Escuchándome y oyendo otras historias, al final en una relación lo que nos duele cuando ésta termina no es el tiempo perdido, que nunca se pierde, es la serie de cosas y anhelos no cumplidos en la estúpida idea de que con ese sacrificio nuestra pareja nos valorará más.

Mi libertad fue igual a mi clóset "lleno de no sé qué ponerme". Sola o no, la vida sigue; y haga lo que haga... la vida sigue, nadie vendrá a poner una estrella en mi frente por ser la mas chingona ama de casa o la más perra profesionista, nadie me pondrá a hacer una plana por cometer perradas; es para una y para nadie más que se debe decidir sobre el qué hacer y qué no.

Pero llegar a esta "egoísta" conclusión no sólo me costó el alquiler y mes de depósito, mudanza y accesorios para mi nuevo estudio; llegar a este momento me costó mudarme tres veces en menos de 48 horas, por querer justo lo contrario a lo que tenía... En la última mudanza, con brazos amoratados y las piernas temblando, me senté a llorar amargamente por tener el brío para hacer tanta pendejada de un jalón, por tener el impulso de lanzarme al vacío sin paracaídas, por tener que aceptar que mi pensamiento es así, obsesivo y compulsivo, y que de hoy en adelante debo vivir como adulto. Entender que la felicidad son momentos fugaces y que no vendrá nadie a dármela.

Hoy amaneció el día gris, le veo hermoso y pienso que es el primer día gris después de muchos días soleados; y por ser el primero será hermoso, aunque después viva renegando de los días grises hasta que aparezca un día soleado; entonces recuerdo la frase de mi libro de Historia del diseño, que reza cual maldición gitana: 80tas con menos nos aburrimos.

P.D. Me alquiló de diablera los domingos

Comentarios

Javier España ha dicho que…
Supongo que no tomarse a si mismo muy en serio, es en el último momento lo que nos rescata de esa fatalidad que parece querer desbordar todas nuestras fuerzas.