Por Karini Apodaca
Mujeres fuente: habituspolitico, Magaly
Y ahí estábamos, en ése gineceo que se volvió la casa de mi
madre, todas mujeres casadas, viudas, divorciadas y solteras; y yo aún pensando
en el titular del día en mi oficina "La mató el cerdo".
Por la mañana había pasado a la oficina, mi presencia no es
diaria en ella, trabajó desde casa y una que otra vez voy a ver algo sobre el almacén. Mi única amiga en la oficina me había contado que a su prima le habían
diagnosticado lo peor de lo peor. Días antes la susodicha se había quejado de
un tremendo dolor de cabeza, y apenas dos días después, ya había dicho estar bien,
pero como su marido no llegó a comer, ella se enojó muchísimo y por eso el puerco la enfermó.
No, el puerco no era el marido, literalmente ella comió carne
de puerco estando enojada, y en esas tierras lejanas de Dios y del conocimiento científico, comer puerco estando enojado podía causarte lo peor. Y así sucedió,
ahora, la prima que se enojó con el marido y comió puerco estaba en
terapia intensiva con meningitis aguda y un pronostico muy malo.
Estaba en esto de lo puerco del cerdo, cuando las palabras de
mi tía me regresaron al gineceo maternal. ¿Pueden creerlo? se lamentaba, su
marido que hace diez años se divorció, ya salía con otra. Esas lagartonas,
exclamó alguna solidaria. Ey, cuidado que me despeinas expresé yo.
Si desde hace diez años están divorciados no esperarían que le pusiera un
altar, ¿o sí?.
El silencio sepulcral me indicó que una vez más había abierto la boca sin pensar y las caras de "eres la bruta de la familia" lo confirmaron.
El silencio sepulcral me indicó que una vez más había abierto la boca sin pensar y las caras de "eres la bruta de la familia" lo confirmaron.
¿Cómo puede? seguía el lamento plañidero, después que pagué lo que le
debía a mi padre, y que preparo año tras año la cena navideña para su familia,
así me paga. Yo que todo lo hice con buena intención. Atónita mimisma pensaba: "Bueno, al menos reconoces que había intenciones ocultas". Y cínica trajo el recuerdo que años atrás mi amiga Lucita lloraba
amargamente en su escritorio.
Un día antes nos habían pagado en efectivo, eran tiempos de
más libertad fiscal y el pago era en cash. Al ir en el metro, un sujeto le
había metido mano por el escote, y ella, ella solo se dejó querer, para
descubrir al llegar a su casa que el sujeto se había llevado su pago de nómina
completita.
¡Ay! se quejaba Lucita: Yo pensé que tenía buenas
intensiones.
Después de la visita al gineceo materno, reflexiono: Los
cerdo matan y las buenas intenciones siempre llevan ribete.
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