Entras caminando... Salís bailando...

POR: Karini Apodaca
El gran problema como turista es dar con los lugares que no están hechos para turistas.

Venir a Buenos Aires sin tener contacto con el tango seria una experiencia incompleta, pero, el punto era encontrar el tango que baila cualquier amante del baile. No el tango show que ofertan por todo Madero y uno que otro local por la 9 de Julio.

Afortunadamente, entendieron mi inquietud, una pareja de excelentes anfitriones que después de cenar en el Centro Cultural Armenio, me sorprendieron cuando me invitaron a pasar al subsuelo del mismo edificio, para encontrarnos con un saloncillo llamado La Viruta. "Se llama así, porque antes el tango se bailaba en piso de madera y el tacón sacaba viruta de la pista" me explican... Orgullosa, presumo El Salón Los Angeles de mi México, donde la pista de baile es 5 veces mas grande y aun es de madera.

Sí, ¡Qué bien sentí al decirlo!.

El precio de ingreso es de $40.00, el centro de la pista estaba dividido en tres grupos, porque como se nos explicó, primero es la clase y después comienza la milonga. Atenta escuchaba las indicaciones y observaba a los alumnos empeñados practicar hasta el cansancio. Al igual que en Salón Los Angeles, los parroquianos son de lo más heterogéneo, de hecho mis anfitriones estaban impactados de ver la cantidad de personas en la clase. Igual que en México todos opinamos del danzón, pero casi nadie sabe bailarlo.

Un silencio contundente, acompasado por el mobiliario que se re-acomodaba marcó el inicio de la milonga, un sinfín de parejas llenaron la pista. Gordos con flacas, altas con chaparritos, flacos con gorditas, pero todos girando.

Se nota quien es bailarín de calle, con estilo inconfundible y una armonía nata, la mayoría sobrepasa los 60 años, baila con garbo y soltura, sin tanto show, pero capaces de bailar toda la noche y con una compañera distinta en cada pieza. Lo que si extrañe de mis bailarines mexicanos, es su elegancia en el vestir, en esta milonga las mujeres visten en jeans o leggins y deslucían un tanto por cuanto la estética del baile de salón.

Terminada la tanda, los acordes de "Get your kicks on route 66" reivindicó a algunos jóvenes que si bien mostraban torpeza en el tango, en esto del fox trot, lindy hop y twist brillaron como ninguno.

Mi cereza del pastel llegó cuando las notas de Procura dieron inicio al característico contoneo de caderas que solo en la música afrocaribeña puedes gozar. Entonces sí, todo el mundo le dio vuelo a la hilacha.

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